miércoles, 1 de diciembre de 2010

domingo, 7 de noviembre de 2010

Los hongos más raros de nuestros bosques.

Los hongos más raros de nuestros bosques. Las setas nunca vistas

Si las vio, fue en «Avatar». Scutellinia crinita (Bull.) Lambotte. «Frecuente» sólo para los expertos, es desconocida para el resto... a menos que haya visto Avatar.


A simple vista ni parecen setas, pero lo son. Frágiles, bellas, estas pequeñas maravillas viven sólo unas horas y «florecen» en los meses de otoño en los lugares más insospechados de nuestro país. Hallarlas es tarea de profesionales o aficionados muy afortunados.


No son animales, pero tampoco plantas. Los hongos son seres vivos que tienen reino propio: el Fungi, al margen del Reino Vegetal, ya que sus paredes celulares están compuestas de quitina (la misma del esqueleto de los insectos), no de celulosa, como en las plantas. Viven en hábitats muy diversos: de la cerveza que bebemos, el pan y el queso que comemos al bosque más exótico, por no hablar ya de los hongos utilizados en farmacia como antibióticos. Unos y otros colonizan cualquier rincón del planeta y mejoran nuestra vida, haciéndola más fácil desde un saludable círculo «vicioso» que equilibra el medio ambiente. Los hongos intervienen directamente en la descomposición de los vegetales del bosque y en el crecimiento de las plantas, asociándose con éstas en simbiosis. Dan así alimento a los animales que allí habitan y acaban regalándonos a los humanos auténticas delicatesen como las tan apreciadas Morchellas, los Boletus o las trufas.


Pero las setas son más que el fruto de los hongos, son un espectáculo visual. Suelen ser fugaces, efímeras: nacen y mueren en periodos de pocas horas. Descubrirlas en su máximo esplendor es, por ello, complicado: deben darse antes unas condiciones determinadas que posibiliten su aparición. Un poco de viento, un cambio en la temperatura o el paso de un animal pueden echarlas a perder desequilibrando sensiblemente la armonía del bosque, aunque no lo advirtamos. Muchas setas aparecen en condiciones ambientales de humedad y temperatura muy concretas, que no se repiten cada año, por lo que los micólogos se topan a veces con especies que no vuelven a encontrar en mucho tiempo o nunca. La aleación entre unas condiciones ambientales muy puntuales y los organismos vivos en torno a los que crecen -plantas, árboles, pajas, estiércol- determinan la variante de la seta, su especie. De ahí las casi infinitas posibles combinaciones entre el Reino Fungi y el Vegetal u Orgánico.


De hecho, existen unas 100.000 especies de hongos en todo el mundo, 3.000 de las cuales crecen en España, el país con mayor biodiversidad de Europa y uno de los que tiene más variedad de setas. De ellas, sólo 50 tienen valor culinario y 15 pueden considerarse delicatessen, aunque casi todas son comestibles. Pero son las sabrosas, las que generan un mayor negocio (Castilla y León produce 17.500 toneladas de setas comestibles, que mueven 54 millones de euros). En cuanto a la «literatura» sobre su potencial venenoso, tan sólo media docena de las setas de nuestro país son mortales, ranking encabezado por la Amanita phalloides, que puede provocar la muerte tras diez días de agonía. El 90 por ciento de las intoxicaciones se debe a la Entoloma lividum, que no es mortal. Con todo, España e Italia son los dos países europeos con más intoxicados. Y, para los amantes de los récords, el mayor ejemplar encontrado en España es una seta de 25 kilos y casi dos metros de diámetro, descubierta en San Pedro de Requejo (Cantabria) en 1990. Pero los hongos que nos ocupan están en el otro extremo, son minúsculos, frágiles... Requieren paciencia y conocimiento para encontrarlos. Al necesitar condiciones de humedad y temperatura muy exclusivas, las regiones con más variedad son las de más precipitaciones: Aragón, Asturias, Castilla y León, Cataluña, Galicia, Navarra y País Vasco, pero también se hallan en Extremadura y algunas provincias andaluzas. Los bosques en los que podemos encontrarlas son los hayedos, robledales, abedulares, alcornocales, castañares, bosques mixtos de frondosas y mediterráneos húmedos. Sólo hay que adentrarse, detenerse, mirar con paciencia y disfrutar de este mundo casi «invisible».